Su bello rostro encandiló a los españoles en 1994 con su interpretación de la luchadora Marcela en Café con aroma de mujer. Tenía apenas 15 años, pero Danna García contaba ya con una prolífica carrera a sus espaldas.
Nació el 2 de febrero de 1978 en Medellín (Colombia). En aquel momento, ni su madre, Claudia Osuna, una conocida cantante de los años 60, ni su padre, Jaime García, imaginaron que habían traído al mundo a una futura estrella.
Con sólo 4 años grabó varios anuncios publicitarios y a los 7, además de protagonizar su primera serie de televisión, Imagínate, ya tenía su propio programa, Noti Tutti Cuantti. No obstante, la actriz nunca quiso considerarse una niña prodigio: “Yo creo que no estoy dentro de esa categoría. Sin embargo, sí es verdad que sacrifiqué mi infancia y mi adolescencia para dedicarme a mi profesión”. Pero, a pesar de los muchos esfuerzos, nunca pensó en dejarlo. La única vez que lo hizo, con 13 años, cayó en una depresión: “Estuve seis meses sin ponerme ante una cámara y fue horrible”.
Los espectadores fueron testigos de cómo Danna se convertía en una mujercita e incluso de su primer beso, en la miniserie de época La otra raya del tigre (1993): “Me lo dio Guy Ecker y no me gustó; de hecho, estuve dos años sin querer besar a nadie”.
La música también le atraía y con 16 años surgió la oportunidad de formar un grupo con su hermana, que al igual que su madre era cantante. Y también triunfó. Consiguió dos discos de oro y uno de platino, pero aparcó esta faceta porque su verdadera ilusión era actuar.
No tenía tiempo para el amor
En 1994 le llegó su primer gran proyecto: Café con aroma de mujer. “Marcó una época muy importante en mi vida. Además de trabajar al lado de grandes actores, me abrió las puertas del mercado internacional”.
Y así sucedió. En 1997 le ofrecieron protagonizar Al norte del corazón, convirtiéndose en la primera actriz colombiana reclamada por una productora mexicana.
Terminadas las grabaciones, regresó a Colombia, donde continuó sus estudios de Comunicación y Administración de Empresas. En aquella época inició una relación con un periodista, pero se distanciaron cuando la actriz empezó Perro amor. ¿El motivo? Danna no podía dedicarle mucho tiempo a su pareja. Un año más tarde, en 1999, regresó a México para trabajar en una nueva novela: Háblame de amor.
Víctima de varias crisis emocionales
Aun cuando ha cosechado multitud de triunfos, siempre ha tenido los pies en la tierra y nunca ha dejado de prepararse. Aprovechando un periodo de descanso, se marchó a estudiar arte dramático a Nueva York. “Cuanto más aprendo, más aporto a mis personajes”, afirma. Perfeccionista al máximo, ha sido muy crítica consigo misma: “He sufrido crisis emocionales porque no me gustaba cómo había hecho una escena”.
Pronto tuvo que dejar la ciudad de los rascacielos y viajar a Miami para encarnar a Soledad en La revancha. Mientras la vida de su personaje atravesaba momentos tempestuosos, la bella colombiana aseguraba encontrarse en una etapa muy tranquila. El brillo de sus ojos delataba que estaba enamorada. El responsable era un empresario colombiano 15 años mayor que ella: “He conocido a alguien muy especial con quien salgo a menudo y que me da mucha estabilidad”.
Incluso pensó en formar una familia, pero la relación se rompió después de varios años: “Resulta complicado construir algo con el ritmo de vida que llevo. Pero hemos quedado como buenos amigos”.
Así que continuó volcada en su profesión. En 2003 llegó a sus manos la telenovela más importante de su carrera y la que más fama le ha dado: Pasión de gavilanes. Su complicidad con Mario Cimarro disparó los rumores de que mantenían un romance, algo que ambos desmintieron: “Somos grandes amigos”. No era la primera vez que la relacionaban con un compañero: “Ni leo revistas ni veo la televisión;he aprendido a distanciarme de los chismes”.
Un año más tarde protagonizó Te voy a enseñar a querer, junto a Miguel Varoni y en 2005, Corazón partido. Ambas tuvieron altos índices de audiencia. 2008 ha sido para Danna muy intenso. A principios de año viajó a Los Ángeles para participar en la película The Perfect Game y hacer varios cortos y campañas publicitarias. Luego regresó a México seducida por una apasionante historia, ambientada en 1890, La traición, donde se reencontró con Cimarro. Y de una mujer de época pasó a interpretar a una lesbiana en la serie Tiempo final y a una boxeadora en Un gancho al corazón, novela que sigue grabando.
El amor también le sonríe. Desde 2006 sale con el político colombiano Jorge Mario Eastman y aunque rehúye hablar de su vida personal, sus ojos la delatan. Hace poco admitió que desea ser madre. Quizá lo intente después de Lola Calamidades, su próximo proyecto.